Reportaje: #116
Solamente un
grupo de élite llevaba en sus brazos algo parecido a nuestros relojes de hoy.
En cada
aeropuerto puedes observar los relojes que marcan el horario de diferentes
países. Imagínate, ellos, los Anunnakis, vinieron de otro planeta, quizás de
otro sistema solar, con tantos horarios, giros alrededor de tantos soles o
planetas o lunas diferentes; así o así, tenían que tener un medidor de tiempo,
de constelaciones de estrellas. Sin ninguna duda lo tenían, para saber qué hora
es en este momento en el lugar de su origen. Tampoco pueden perder el tiempo
donde trabajan. En este caso, en la Tierra. Lo que hacían o hicieron aquí era
puramente trabajo. Un trabajo sobre un plan establecido, con un cronograma a
cumplir.
Una civilización
avanzada no mide en moneda el valor de un trabajo, sino el tiempo necesario
para terminar un ciclo o un trabajo preprogramado. La logística es fundamental.
Demasiado está en juego. Demasiado tiene que funcionar como un reloj. Para
terminar un producto cualquiera se necesitan partes de algo más complejo. Hoy
en día, el Airbus se produce en cuatro países; ni hablar de los miles de
artículos que hacen funcionar un artefacto avanzado. Yo creo que no hay ningún
país del mundo que no esté involucrado de alguna forma en la fabricación de uno
de estos aviones. Los elementos básicos ya vienen de varios países, como
alimentos, hierro, madera, petróleo para los plásticos, cobre para los cables,
cuero para los asientos, goma o caucho del Amazonas para los neumáticos y un
sinfín. El mundo entero se esfuerza para que funcione la industria mundial.
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