Reflexión: #30
El origen de la
vida biológica debe ser parte de los elementos del planeta. Nuestras células
están compuestas en gran medida por los elementos carbono y sus múltiples
compuestos moleculares con hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo, azufre,
calcio y otras moléculas. El esqueleto óseo de un cuerpo es tan duro y sin
embargo ligero debido a su estructura porosa. Sirve para apoyar y proteger los
órganos de los organismos multicelulares.
Los primeros
compuestos elementales formaron moléculas orgánicas. Se formaron células y con
ellas comenzó la evolución de la vida biológica.
Los elementos
fluyeron hacia las células desde el exterior, que eran más gaseosas que
líquidas. Estas fueron las etapas preliminares de la formación de la sangre.
Este líquido infló estas pequeñas células o grupos de células, que a su vez
flotaban en el agua de los océanos, y por una necesidad eléctrica y química, se
unieron y se alinearon como las moléculas de diferentes elementos.
Los átomos de
gases acumulados se movieron entre ellos y así es como se produjo la primera
interacción de los seres vivos. Todo lo descrito ocurrió en las profundidades
de los océanos y siempre cerca de los gases calientes de los volcanes bajo el
agua. Posiblemente en estas condiciones, como al principio, la vida comienza
constantemente de nuevo y espera su desarrollo.
El secreto de la
vida biológica reside principalmente en el control de fuerzas más pequeñas y no
medibles. Fuerzas eléctricas, fuerzas gravitacionales, no para hablar de algo
sobrenatural, sino de la teoría del caos y la simetría. Por alguna razón, la simetría
del universo se volvió inestable. A partir de ese momento, el universo trabajó
con todo su poder para recuperar esa simetría original, o al menos para
encontrar un equilibrio entre las fuerzas que se liberaron al principio de
nuestro inestable universo conocido.
En un esfuerzo
por lograr una nueva estabilidad, se desarrolló un incansable proceso de prueba
y corrección de las constelaciones de los más diversos elementos y fuerzas. Uno
de estos universos creados logró exactamente el tipo de estabilidad duradera que
conocemos ahora.
Pero esta
estabilidad no debe confundirse con la singularidad, es decir, con este estado
original de la Nada Silenciosa, que no puede ser comprendido por nuestro
entendimiento. La singularidad se convirtió en un caos explosivo,
relampagueante y cambiante. De este caos surgió el estado que consideramos como
orden, que nos produjo como seres pensantes, que se nos aparece como una
constante singularidad porque sólo podemos observar breves momentos.
Pero esto no es
así. Las realidades son diferentes de lo que nos dicen nuestros sentidos. Una
cosa es cierta: no nos movemos en línea recta. Sólo la curvatura del espacio
nos devolvería al punto de partida después de un largo paseo. Si el mundo, el
universo, también encuentra su camino de vuelta a su singularidad original a
través de la curvatura de algo superior, probablemente nunca lo sabremos.
El desarrollo de
la vida que se reconoce a sí misma, que ha desarrollado una conciencia, que
tiene alma y una individualidad, es incomprensible.
Josef Bauer
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