Reportaje: #142
Geometría
matemática en el arte hace cuatro mil años
El hecho de que
haya arte desde los inicios de la humanidad en sí es una sensación, porque no
estaban resueltos los problemas de la comida para todos, la educación, la
salud, ni la defensa de los límites del territorio declarado como propio, y ya
se hacían obras de arte. Cada sociedad, a lo largo de toda la historia, creó,
junto con los inicios de una sociedad ordenada, obras de arte.
Aunque fueran
guerreros, soldados, imperialistas o simplemente un grupo de neandertales en
las cercanías de la costa, los vikingos en el norte, los griegos, los romanos,
los germanos, los mayas, los aztecas y, en fin, todos los pueblos, en los
inicios de su historia, se dieron a conocer después, a veces miles de años
después, únicamente por su arte.
El deseo de hacer
obras de arte es un secreto aún no revelado. Posiblemente, en los descifrados
genéticos, encontraremos un día un gen que cause este deseo.
Seguro que sería
un descubrimiento de gran importancia. Aclararía el inicio de la humanidad como
sociedades inteligentes y seres distintos a los animales.
Pero muy pronto
se hicieron obras con tecnologías y conocimientos sorprendentes en los
materiales, en las formas y en las herramientas usadas.
El deseo de
querer pintar, esculpir o trabajar el hierro o la piedra no significa que se
pueda empezar de inmediato. Hay que inventar las herramientas y los materiales
que mejor sirvan para tal efecto.
Todo eso son
logros verdaderamente impresionantes de una humanidad recién despertada.
Con la perfección
de las técnicas llegaron las obras de arte más asombrosas. Sabiendo cómo
fabricar una obra, empezaron a escribir y describir hechos cotidianos. Las
personas influyentes se hicieron reproducir en todas las formas y materiales
posibles. En muchas obras, como se sospecha con más certeza tras la aparición
del libro El código Da Vinci de Dan Brown, se escondieron algunos mensajes.
Mensajes sobre algún personaje, el lugar de un tesoro escondido o algún
conocimiento importante.
Se escondieron
porque la revelación de algún secreto estatal, de la iglesia o de una sabiduría
importante estaba prohibida y castigada con la muerte. También se cree que
algunos descubrimientos tecnológicos no eran todavía para la gente común. Para
no perderlos en el tiempo, se escondieron entonces en obras que, por su valor,
se iban a cuidar y salvar de catástrofes hasta llegar al momento justo de su
nuevo descubrimiento o de su comprensión. Así me parece que pasó con esta
escultura en piedra de un personaje de ficción en la época de los sumerios. Es
decir, es una obra de arte hecha hace cuatro mil años, muchos años antes de
Euclides, matemático y filósofo griego.
Euklides, 325-270 a.C.
Muchos años antes
de René Descartes, que redescubrió fórmulas escondidas, olvidadas miles de años
después.
René Descartes,
1596-1650
René Descartes fue un filósofo francés cuyo trabajo, la geometría, incluye su
aplicación del álgebra a la geometría, de la cual ahora tenemos la geometría
cartesiana. Su trabajo tuvo una gran influencia tanto en matemáticos como en
filósofos.
René Descartes was a French philosopher whose work, the geometry, includes his application of algebra to geometry from which we now have Cartesian geometry. His work had a great influence on both mathematicians and philosophers.

René Descartes
reconocido en una estampilla, pero ahí hay dos secretos.
¿De dónde obtuvo
este escultor sus conocimientos matemáticos de un descubrimiento que ocurrió
dos mil años después y otro redescubrimiento de la misma fórmula casi tres mil
quinientos años después?
¿De qué estoy
hablando? De la fórmula de la proporción divina, o el corte de oro, o en inglés
the Golden Section.
En alemán, Der goldene Schnitt.

La fórmula para
calcular la “proporción de oro”
¿Qué tiene esta
fórmula con esta figura en piedra común?
Una obra de arte de un personaje de ficción en la
época de los sumerios.
Una cara así no
existe y no existía. ¡Es ficción!
Aunque parece vivo, nunca lo fue. Es una porción de un círculo, calculado con
esta fórmula reinventada tres veces: por Euclides, por lo menos dos mil años
después, y por René Descartes, 3500 años después.
La forma de su
cara es exactamente esta espiral, que se consigue con esta fórmula.

Esta cara es
ficción. Esta cara esconde el código matemático del Goldenen Schnitt o de la
proporción divina con su cifra mágica de 1,618.
Quien esté más
interesado en esta fórmula, encontrará mucha información disponible. Pronto
haré otro reportaje sobre estas fórmulas.
Yo inserté encima
de la cara una espiral, y coincide exactamente con la geometría de esta cara.

Yo inserté el
dibujo de la fórmula que produce esta mágica curva, y coincide exactamente con
la cara. Es una geometría que esconde una fórmula que sería inventada miles de
años después por Euclides.
La oreja es otra
curva, de la cual no encontré todavía la fórmula.

¿Un jeroglífico?
¿Un código?
También la oreja es un código o un jeroglífico de una o dos fórmulas unidas.
Puede ser que sean unidas dos curvas para dibujar este diseño. No es una oreja.
Es un jeroglífico que esconde, al igual que la cara, un código matemático.
Josef Bauer
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