Reflexión: #39
Un poema, un
poco melancólico. El hambre y la soledad es el pan diario de tantos niños y
tantas criaturas.
Esta
observación mía ciertamente no sólo toca mi corazón muy dolorosamente, sino que
toca a miles y miles de niños, en sus propios cuerpos y almas. ¿De verdad, no
podemos acabar con el hambre en el mundo? Un cohete menos, un tanque menos, un
rifle menos... ¿cuánta comida más podrías comprar?
En una mañana
fría, muy angustiada y hambrienta,
Vicky la perra
se les pidió,
porque a ellos
no les hace falta,
un hueso
sabroso para su comida.
Uno no muy
pequeño que ella quería, uno, un poco grueso.
De una gallina
no le dieron ni el pico ni las garras,
pero sí, le pusieron las plumas.
Las plumas y
las alas, sin ninguna razón.
Se levantó en
el aire y comenzó a volar, la perra,
pero el miedo
pesaba tanto en su corazón.
Por tanto
miedo, cayó al suelo.
Se estrelló
con fuerza y no pudo soportarlo más,
y su corta
vida había terminado.
En una mañana
fría, muy angustiada y hambrienta,
Pepi, el
pobre, pidió algo de dinero,
porque a ellos
no les hace falta
para su
comida, de la cartera del dueño.
No quería tan
poco, una buena cena era su sueño.
Entre bromas y
risas,
para darle
algo, no mostraron ninguna prisa.
Pepi, ya muy
débil, se quitó el arma del cinturón.
Lo que hizo,
ahora lo sabemos, fue una locura.
Tenían miedo
de la pistola de juguete en su mano.
Por detrás, le
dieron una bala que le atravesó el corazón.
El hambre y el
plomo le pesaban tanto que no podía soportarlo.
Cayó al suelo
y su corta vida se acabó.
En una mañana
fría, muy angustiada y hambrienta,
Vicky la
perra, en el cielo, le preguntó a St. Petrus.
Porque no le
falta nada, para Comida,
suficiente
hueso y un lugar cálido.
No tan lejos,
cerca de la cocina ella quería quedarse.
Le dieron la
pechuga y las patas de pollo,
y los
angelitos, le pusieron plumas.
Las plumas y
las alas, sin ninguna razón.
Se elevó por
encima de las nubes y comenzó a volar, la perra.
No sentía más
su peso, ni el miedo en su corazón.
No quería más
nunca, volver a la tierra.
Y su corta
vida, en el cielo
Como angelito,
empezó.
En una mañana
fría, muy triste y hambrienta,
Pepi, el pobre, le preguntó a St. Petrus.
Porque no le
falta nada,
para el pan
crujiente y la leche caliente.
Pepi el
Valiente, no quería menos.
Los angelitos,
entre bromas y risas,
Para darle
algo, mostraron mucha prisa.
Pepi, ya muy
débil, comió el pan con sus manos.
Bebió la leche
caliente y dio gracias a Dios.
Ya no sentía
más hambre y no tenía más miedo.
El frío
desapareció de su corazón y de su cuerpo,
y su corta
vida, en el cielo,
como angelito,
empezó.
En una mañana
fría, muy angustiada y hambrienta.
El sol
alumbraba ya el día,
Ella estaba de
vuelta en la Tierra.
Vicky la perra
se despertó, todavía estaba viva.
Afortunadamente,
todo lo que había soñado era sólo una pesadilla.
En una mañana
fría, muy angustiada y hambrienta,
El sol alumbraba
ya el día,
Él estaba de
vuelta en la Tierra.
Pepi, el pobre,
se despertó, todavía estaba vivo.
Afortunadamente,
todo lo que había soñado era sólo una pesadilla.
Encarnación, 26-05-2009
Autor: Josef Bauer
Josef Bauer
Estimados lectores, sería muy interesante conocer sus comentarios sobre este poema y sobre este tema en general. Por favor, comenten aquí lo que piensan sobre esta triste situación.