
Reflexión: #53
La voz seguía con un tono cristalino: “Como muestra de mi agradecimiento, te revelaré todos los secretos de este planeta Marte, como ustedes lo llaman. Tesoros inimaginables te mostraré y te ofrezco estar sentado en el consejo de los nobles de este planeta. Ven y ayúdame”, me pidió con una voz cristalina que empezó a congelarse otra vez.
Pronto no escuché más nada; solo su mirada fija me parecía seguir pidiéndome lo mismo.

Imposible era para mí romper la capa de hielo que cubría al Rey para aliviar su estado de inmovilidad.
La noche en la Tierra estaba por terminar, y ya tuve que volver a mi cuerpo, y tuve que dejar al Rey.
Quizás en otra oportunidad pueda visitarlo otra vez.
Con la esperanza de poder dirigir algún día un robot con láser a su cautiverio para descongelarlo, volví a mi cuerpo y desperté. Eso era días antes de que el satélite Curiosity aterrizara cerca del Rey.
El destino del Mars Rover „Curiosity“ no era descubrir vida y explorar Marte, sino liberar al Rey, y yo tenía la responsabilidad de cambiar la ruta del robot para que se acercara, entrara y usara casualmente su láser para un análisis de una roca con una capa de hielo.
El calor del rayo láser será suficiente para romper la capa, y el Rey podría salir, pero de eso nadie sabe todavía.
¿Era el envío de Curiosity destino o manipulación divina?
El Rey del hielo nos lo contará algún día. Tenemos que tener un poco más de paciencia, pero ese día llegará.
Wallpaper: el Rey del hielo