Reportaje: #154
Las piedras hablan más que las escrituras.
Descubrí, además de los israelitas, otro pueblo elegido por los dioses: los olmecas y sus herederos, los toltecas. Esta conexión no está clara todavía, pero los tesoros de los olmecas fueron guardados y escondidos cuando terminó el poder de los olmecas.
Como en las sectas del occidente, también en América del Sur hubo un grupo de chamanes que guardaron los secretos y el poder tecnológico que tenían a su cuidado.
Así como el arca sagrada se guarda y cuida hasta hoy en algún lugar secreto, así se escondieron durante cientos de años algunos artefactos que en el pasado fueron entregados al pueblo de los olmecas por los mismos dioses.
Cuando llegó el momento oportuno, se les entregaron todos o algunos de estos artefactos, y la nueva tribu, la sociedad de los toltecas, pudo usarlos e imponer su autoridad sobre las otras tribus.
Los olmecas, una tribu, una sociedad mexicana que vivió en la selva en el sur de México hace 3500 años, es la madre de las culturas de América Central. También el imperio de los incas lo reclama para sí.
El origen de los olmecas es misterioso y no puede ser aclarado satisfactoriamente. Comparten esta experiencia con muchas culturas antiguas. Más probable es la pérdida de documentos, si es que alguna vez se escribieron, o directamente la falta de documentación en el lugar y en la época de aquellos tiempos.
Como ya relaté muchas veces, por suerte, cada cultura empieza, apenas se inicia una sociedad, con obras culturales, con obras de arte. Con relieves, esculturas, estatuas y escrituras grabadas en piedra.
Estas son el testimonio único de épocas de gloria, de la vida cotidiana de un pueblo en movimiento. Estos relieves nos cuentan, muchas veces con fiel cumplimiento de ser exactos, sin fantasía, los hechos relevantes.
Aunque a veces relatar algo muy normal de la época, como traer agua de un pozo con un envase de tierra formada y posiblemente quemada en hornos, como se hace hoy con los platos de mesa, los vasos de té o los envases para plantas ornamentales, parece no valer el esfuerzo de tallar tal escena en piedra.
Pero, por suerte, no se pensó así antes. Hoy podemos leer entre las líneas, entre los dibujos de ornamentos, y hasta estos nos dicen mucho sobre su sentido de la estética, de la belleza. El ornamento nos indica que eran cultos. Sabían que tal forma es bella y hermosa, entonces ponían estos ornamentos alrededor de un relato.
Lo mismo hacemos nosotros cuando ponemos una foto de nuestros queridos en un marco especial. A veces de madera tallada, o ya hoy, menos culto, se utiliza por el precio menor marcos de plástico que imitan algo que antes era por lo menos tan lindo y tan difícil de hacer como el retrato en sí, ya sea en óleo o en piedra. El marco de un relieve, sea cual sea su material, es el punto final, la terminación de una obra.
Recién hablamos del sentido por la estética que nos transmite el hecho de que un relieve tenga un marco. Todavía no analizamos el motivo de la escena, ni el material, ni menos aún la herramienta usada para la fabricación de un relieve.
Analizando el conjunto de todo, nos da mucho más conocimiento de un artista y, por ende, de su pueblo que leyendo las escrituras, que por su parte lógicamente son llaves cruciales para entender y saber nombres de los gobernantes, nombres del pueblo… Pero en el caso de los olmecas, ni siquiera sabemos cómo se llamaban. Solo de otros pueblos que sobrevivieron en el tiempo recibieron nombres, y en este caso los llamaron olmecas.
Si un pueblo gasta en obras, significa que le sobra para comer. Pueden alimentar a gente que no produce alimentos. Es decir, que el trabajo está organizado. Un grupo va a cazar, otros cultivan, otros están en la construcción de viviendas y en la fabricación de utensilios como armas, platos, vestidos… Todavía no hace falta una escritura con letras. Ya leímos mucho. Ya sabemos mucho, sin analizar el contenido de un relieve.
¿Qué sabemos hasta ahora? Una tribu en la selva, normalmente ocupada diariamente en la supervivencia, inicia un comportamiento nuevo. Se establece en un lugar. Ahí construyen viviendas y cultivan en su alrededor plantas para su alimentación. Este salto en el comportamiento nunca ha sido pronunciado con suficiente respeto y sorpresa.
Se toma por algo normal.
¡No es normal! En vez de cazar, pones una semilla en el suelo y esperas cinco meses para cosechar la fruta, el grano o la planta entera. Hay que inventar tantas herramientas nuevas que parece imposible que lo hayan hecho una y otra vez. Si hoy cambiaras de ser un escritor en un escritorio, por ejemplo, a un productor en una granja biológica, es decir, sin el uso de químicos y lejos de una civilización, tendrías que preparar toda la herramienta.
Tú hoy llevas en tu mente el plan de muchas de ellas. Tienes las patentes de muchos artefactos en la cabeza y los transformas en la selva en algo útil con los materiales que el monte te da.
Pero si no supieras qué utensilio usar para preparar la tierra para poder sembrar, ¿quién te da todas las ideas de golpe? También quieres saber cuándo es luna llena, cuál es la época más fría o más caliente, qué semilla se siembra en qué fecha y qué se hace con la semilla después de la cosecha. ¿Cómo se puede comer? ¿Quién inventó el grano molido y mezclado con agua? La pasta. ¿Y quién la puso la primera vez sobre una piedra caliente para hornearla?
Es fácil comer el pan de cada día, pero, ¿era fácil inventarlo? Es fácil traer agua en un vaso o una jarra grande, pero, ¿quién te indica que de un barro puedes hacer la forma de una jarra, meterla en el fuego y que se quede dura y sirva para guardar casi cualquier alimento, no solo el agua?
Si quieres verte en un espejo, primero tienes que saber que existen espejos y segundo, de qué material están hechos. Todavía no lo podrías hacer. Los olmecas tenían espejos que, en sí, eran un milagro. Casi como un holograma, se reflejaban en ambos lados la imagen de quien se acercaba o de las cosas que se acercaban al espejo. Este artefacto es un OOPART, es decir, un objeto fuera de su tiempo. Un artefacto no conocido, y menos aún su fabricación en piedra, no de sílice, que es la arena quemada, es decir, el vidrio. Posiblemente, otro regalo más de un dios a una diosa humana.
Son muchos inventos que seguramente el hombre hizo, pero casi cada cultura que se inició de repente habla de maestros divinos, de dioses que les enseñaron todo. Así fue. El hombre siempre recibió instrucciones de los dioses.
Si no les escuchaba, duras eran las consecuencias. Si un pueblo tiene conocimiento de todas las ciencias al mismo tiempo, hasta siente amor por lo lindo, por la estética en las obras, incluso en las obras de construcción de una vivienda, ya sea un templo o una casa, entonces falta un eslabón en la evolución. También una sociedad, una tecnología, una organización tiene que evolucionar.
O alguien la crea. Algún dios da instrucciones, y ahí, como una supernova, una explosión solar, se levanta un pueblo. Si se construye con tecnología, sabiendo la dirección y el eje del polo, sabiendo las frecuencias cósmicas que cruzan la Tierra diagonalmente cientos o miles de veces, entonces no es erróneo hablar de maestros, de instructores. Los dioses siempre acompañaron al hombre.
Posiblemente, le crearon a su aparición, como dice la Biblia, fiel a sus letras. Algunos pueblos eran más queridos o más importantes para los dioses que otros. No todos los pueblos son iguales ante los ojos de Dios. Algunos pueblos los sacó de la superficie de la Tierra, como el viento levanta la arena y la deja caer en el desierto. A otros pueblos les facilitó una vida más segura y con más poder contra sus enemigos. No somos y nunca fuimos iguales ante Dios o los dioses.
Moisés y su pueblo eran elegidos, y gracias a los textos sagrados transmitidos por escrito hasta nuestros tiempos, tenemos conocimiento de eso.
Los olmecas también eran un pueblo elegido de los dioses. Solo que en otro lugar y, lastimosamente, se perdió todo lo que tenía esta cultura, excepto las obras en piedra.
Estas estatuas de soldados de la cultura de los toltecas, que se ven en la ciudad de Tula con el nombre de los Atlantes gigantes, tienen un aspecto muy moderno.
Llevan artefactos no comunes ni inventados en esa época. No solo llevan zapatos, pantalones, camisas o suéteres con mangas largas, baterías para su equipamiento bélico que incluye armas de láser o taser. Se defendían a distancia y no en una pelea cuerpo a cuerpo.
Dios entregó armas y baterías y reflectores de luz al pueblo de los olmecas, su pueblo elegido en esta parte del mundo, pero se ausentó por alguna razón y dejó todo en manos de un grupo, sus armas potentes para la defensa de su pueblo elegido.
Eran gente fiel a su dios. Solo por la gran confianza que los dioses tenían en ellos les entregaron armas hechas por los dioses. Un privilegio enorme. Los olmecas se mantuvieron 1700 años en el poder, lo que significa el gran poder que tenían a su disposición.
Los olmecas usaron armas de los dioses, así como Moisés. Cuando se desintegró poco a poco la sociedad de los olmecas, como se ve en toda la historia, los iniciados en los secretos más sagrados, ya sea una secta o un grupo de chamanes, empezaron a retirarse y a esconder todo lo que era sagrado, esperando el regreso de los dioses, sea cuando sea. Eso ocurrió cientos de años después. Ahí se entregaron todos o algunos de estos artefactos escondidos a los líderes nuevos, a los nuevos protegidos de los dioses. Los toltecas eran los herederos elegidos.
De eso, en otro momento.
osef Bauer
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